Él me hablaba. Yo intentaba no escucharle. Miaraba mis manos y jugaba con ellas. Él sabia que yo le estaba escuchando. Intenté aislarme de todos los ruidos posibles, pero su voz quedaba allí. Y es que no sólo le oía, también le escuchaba. Entendía lo que me decía y le daba la razón. . Yo seguía jugando con mis manos, hasta el momento en que dijo: "
Pero yo te quiero..." Ahí fue el momento en el que desperté. Sabía que no podía ser verdad.
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